El dolor de ingle del deportista es un problema bastante habitual en el futbolista y tenista profesional, y que por su complejidad requiere de un correcto diagnóstico diferencial.
Una correcta exploración clínica puede distinguir la fase lesional y el tipo de problema que presenta el paciente y evitar una intervención quirúrgica innecesaria así como favorecer el retorno a la actividad deportiva lo más precoz posible.
El fortalecimiento de la zona o la corrección y readaptación del disbalance muscular es secundaria a una correcta biomecánica y estabilidad lumbopélvica como ya he comentado en algún otro post anteriormente, pero no siempre es fácil de conseguir, la finalidad será evitar el cuadro de dolor inguinal recurrente.
La readaptación deportiva y el fortalecimiento muscular serán garante preventivo si la biomecánica pélvica es la correcta.
En el deporte de élite donde el tiempo es oro, y los resultados siempre se exigen en el corto plazo, en ocasiones impera la opción quirúrgica, sin embargo los síntomas con frecuencia regresan al poco tiempo postintervención si no se sigue un programa adecuado de ejercicios y vigilancia constante por parte del fisioterapeuta y preparador físico.
La terminología utilizada en relación al dolor de ingle del deportista sigue siendo confusa, más aún, cuando no hay lesión estructural subyacente y evidente mediante técnica de imagen, por eso tal vez el término que más me satisface es el de síndrome inguinopúbico o más actualmente referenciado y casi más bonito, aunque poco específico, síndrome de sobrecarga biomecánica de la pelvis.
Los estudios de prevalencia sugieren que hasta el 20% de los deportistas que realizan durante su actividad cambios de dirección constantes y en carga sufrirán dolor inguinal en algún momento de su carrera deportiva.
La causa más común de ese dolor inguinal es la de osteítis púbica, pero esta condición abarca, desde el impigment femoroacetabular, lesión por estrés del hueso púbico, tendinosis de aductores, lesión de ligamentos aponeuróticos alrededor del hueso púbico, y la siempre controvertida hernia deportiva, que requieren además de un diagnóstico diferencial correcto respecto al dolor referido al pubis de origen visceral, sobretodo de las esfera genitourinaria.
Me he referido a la hernia deportiva como posible causa de dolor inguinal, siempre en entredicho, se refiere a una posible debilidad o defecto en la pared posterior del abdomen en el ligamento inguinal o sus alrededores. Se trata de un engrosamiento de las tres capas miofasciales abdominales, de transverso , y los músculos oblicuos y teóricamente pueden producir irritación o disfunción del nervio ilioinguinal o genito-femoral. Pero no podemos olvidar que esto constituye una zona de debilidad del tejido conjuntivo suprapúbico, donde puede existir lesión fascial y que la fascia está inervada.
Aunque tradicionalmente se consideraba a la hernia deportiva, una de las causa de dolor inguinal en el ámbito deportivo, cada vez se está teniendo menos en consideración, pues la presencia de una hernia, como tal es muy cotrovertida y rara vez demostrada, lo cual insisto, no signifique que no exista disfunción neural o fascial a este nivel y que el clínico deberá explorar.
La mayoría de los estudios establecen el dolor inguinal como la tercera o cuarta causa más común de lesiones en el deporte profesional con un tiempo medio de recuperación de más de 12 meses, lo cual puede ser decisivo en la carrera deportiva de una atleta y suponer su jubilación o retirada anticipada.
Aunque algunos autores clásicamente han considerado que el dolor inguinal deportivo se debía a una lesión miofascial de la aponeurosis oblicua o del ligamento inguinal, se ha demostrado que el edema, lesión y erosión perióstica del hueso púbico así como la lesión de la coxofemoral, son un factor importante en el mecanismo subyacente al dolor inguinal del deportista.
Pero la ostítis púbica pura no existe, siempre lleva asociada una multicausalidad, como puede ser, lesión aponeurótica inguinal, aductora, abdominal, etc, o en ocasiones estás estructuras serán la víctima del desequilibrio pélvico asociado, dando lugar, al síndrome de sobrecarga mecánica de la pelvis.
Como siempre un placer compartir #onemoretime.
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