Explicar en qué consiste la mecanotransducción de manera sencilla, no es tarea fácil. Por definición, es el proceso que convierte un estímulo mecánico en una señal bioquímica y permite la adaptación celular al microambiente impuesto por el entorno para seguir viviendo y cumpliendo sus funciones.
Cuando el proceso de mecanotransducción se altera es capaz de provocar enfermedades, algunas de ellas muy estudiadas, como la arteriosclerosis, la osteoporosis, inmunodeficiencias, cardiopatías, el glaucoma o el cáncer.
El mecanismo de transducción mecánica incluye pasos que van desde la MEC (matriz extracelular) hasta la membrana citoplásmática, el citoesqueleto y la propia membrana nuclear incluyendo gran número de proteínas distintas.
Debido a la complejidad del proceso de mecanotransducción se clasifican en tres grandes grupos las alteraciones que el mismo puede sufrir: alteraciones que corresponden al microambiente extracelular (MEC), las que afectan la estructura y organización celular (citoesqueleto y procesos de membrana) y finalmente las de señalización celular (integración/comunicación, integrinas/núcleo).
Todas ellas acaban interfiriendo a nivel intracelular sobre los procesos bioquímicos internos para bien o para mal, y pueden llegar en último término a nivel genético y epigenético, afectando de manera diferente y específica en cada proceso patológico.
Por tanto la mecanotransducción constituye un mecanismo físico de integración de la parte con el todo, ya que cada vez que movemos un músculo, movilizamos un nervio o un tejido conectivo, estimulamos la piel, un peritoneo, una sutura craneal o comprimimos un hueso, como tejidos vivos que son, reciben el estímulo y responden con una función, positiva o negativa.
Si el estímulo es excesivo o se mantiene en el tiempo, el efecto mecano-químico remodela el sistema fascial de integridad de tensión que informará del cambio mecánico y lo transformará en nuevas condiciones moleculares a nivel celular. La célula en estas condiciones trata de adaptarse a la nueva situación para salvaguardar su expresión génica, su vida y función, de manera que si el sistema fascial está libre a nivel macro y micro se producirá la adaptación correspondiente.
Sin embargo cuando el sistema esté saturado o sea incapaz de resolver o adaptar la tensión, la célula sufrirá cambios bioquímicos internos, que alterarán su función y podrá instaurarse la patología.
La importancia de los genes y procesos bioquímicos intracelulares se supedita así al movimiento y a la MEC. El movimiento es vida y allí donde hay movimiento la enfermedad no puede vivir, pero tal vez la ley de la arteria no sea tan absoluta como planteaba el viejo doctor, aún así, no podemos olvidar, que la fascia es la autopista vasculoneural hasta el órgano diana formado por células, en un sistema global de integridad de tensión.
Las moléculas de la matriz extracelular transmiten las señales mecánicas de información desde el entorno celular hasta el núcleo a través de las integrinas, nuestras proteínas aliadas en la recuperación de pacientes.
En este sentido la #osteopatía, la terapia manual en toda su expresión, la manipulación de la fascia, la inducción miofascial y el ejercicio físico como principal terapia del movimiento, afectan realmente en los procesos de crecimiento celular, características del tejido, neoformación vascular, respuesta inmune y tantos otros procesos que son críticos tanto en la salud como en la enfermedad.
La mecanotransducción y la tensegridad fascial explican por qué los genes, las moléculas y sus interacciones no pueden considerarse de forma independiente e individual, ni aislada del resto del organismo, una vez más se integran dos conceptos importantes en relación a la enfermedad, fisiopatología y patomecánica, en feedback constante, esto lo sabemos muy bien los que damos importancia en nuestro enfoque del paciente a la #neurodinámica.
Estos procesos explican la relación global del organismo, desde lo macro hasta lo micro en una jerarquía de superorganización biológica, dirigida de mejor o peor manera por el SN, que a su vez y según los estudios más actuales de Franze K, ya desde sus inicios en lo que se refiere a la diferenciación celular neuronal en etapas embriológicas, está mediado por impulsos y fuerzas mecánicas y procesos de mecanotransducción. El movimiento es vida.
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